Etnocultura

DIZ QU’UNA VEZ… UNA JOYA DE LA CULTURA CABREIRESA EN PAPEL.

Una recomendación para todos los amantes de nuestra singularidad y cultura: «Diz qu´una vez». Un libro en el que se combinan las vivencias propias de su autora y las de toda una comunidad, los cabreireses. Un libro entrañable, con una gran sensibilidad y respeto al legado de nuestros mayores, en el que no faltan unas ilustraciones magníficas.

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Diz qu’una vez… (Dicen que una vez…) era la forma habitual que utilizaban los cabreireses para comenzar a contar todos sus cuentos y leyendas. Pues bien, esta misma fórmula es la que ha utilizado Teodora Barrio para rescatar del olvido y poner en valor la tradición oral de esta comarca a través de doce relatos, uno para cada mes del año, que reflejan las costumbres y la forma de vida locales como señala la propia autora: “Escogí doce leyendas que plasmé en los doce meses del año para poder contar, con cada cuento como fondo, los trabajos que marcan el día a día a lo largo del año y dejar constancia de una vida real extremadamente dura que está a punto de desaparecer en su totalidad”.

Pero este empeño de recuperar la literatura y el dialecto cabreirés, es también compartido por la Asociación Cultural Peña L’aila de Marrubio que trabaja, codo con codo, para elaborar también un diccionario temático. Tanto la escritora como los miembros de la Asociación, tras años de investigación, defienden que, debido al aislamiento geográfico, cada pueblo de la comarca tiene un vocabulario y fonética singular del cabreirés a pesar de sean unos pocos kilómetros los que los separen y aunque los cuentos y leyendas sean más o menos similares en unos pueblos y otros, la forma de relatarlos sí guarda bastantes diferencias. Los matices del cabreirés en Marrubio lo singularizan del que se puede hablar en Castrillo, Noceda o Saceda, sin ir más lejos.

Estos doce relatos llenos respeto y fidelidad a la tradición, se localizan temporalmente en el periodo que va desde 1850 a 1970 y, actualmente, todavía hay algunas personas, octogenarias en su mayoría, que pueden verificar la autenticidad de las costumbres y situaciones descritas en estas historias. La autora señala que “Son todas leyendas que he oído desde pequeña, por boca especialmente de mis abuelos”; no son historias reales, son fruto de la imaginación popular, a excepción de la del mes de diciembre que “sí es un caso verídico”. En esta selección de historias se muestra también cómo eran los noviazgos y las bodas, el uso de las campanas y el cuidado de los niños, los animales y el campo. En toda la obra, Teodora Barrio (Dori, como la llama todo el mundo), ha puesto especial cuidado en la toponimia, aludiendo a lugares muy conocidos para cualquier habitante de Marrubio, y todo ello ilustrado con escenas costumbristas dibujadas por María Esther Blanco con sumo detalle y primor.

Preguntando a la autora por sus preferencias, cuenta que guarda especial recuerdo a la leyenda del mes de enero; pues era un relato que sus mayores le contaban con mucho cariño, “La ñiña y Sanantuñico” (La niña y San Antonio) que relata la búsqueda de una niña perdida, a la que guardó San Antonio hasta que la encontró su madre. Otra leyenda, la que se corresponde con el mes de Julio, “Lus carbones”, cuenta lo sucedido a una pastora llamada Nedina con su rebaño y la de Junio, “L pan dondio” (El pan caliente), refiere el suceso de una mujer que fallece tras comer pan caliente, lo que supone una mezcla de ficción y realidad que la marcó desde que era muy niña porque en la tradición de La Cabrera “augua fría y pan caliente nunca fecierum buen vientre”. La última de las leyendas, “Sanisteba” (San Esteban), corresponde al mes de diciembre y está dedicada a la tradición de la matanza, con las peculiaridades de la zona.

Así, entre cuento y cuento escrito íntegramente en cabreirés (pero con adaptación al castellano en la segunda parte del libro) se aprende un poco más de la tradición de estos pueblos de nuestra querida Cabrera: desde los nombres de platos típicos como las “migayas”, elaborado con pan, mantequilla, harina y huevo, a costumbres como dejar un “rastro de pusia”, con el que se marcaba el camino entre las casas de los novios si alguien descubría la relación de pareja antes de las amonestaciones previas a la boda, qué es dar un “rijujiu” (grito de alegría) o las “xeiras”, que era un trabajo basado en la reciprocidad, cuando un vecino ayudaba en una actividad a cambio de recibir después también ayuda cuando la necesitase para otra faena.

El libro “Diz qu’una vez…” fue algo imprevisto, según reconoce Teodora Barrio, que partió de un trabajo previo la Asociación Cultural Peña L’aila de Marrubio que llevaba tiempo trabajando en la elaboración de un diccionario cabreirés. Una obra a la que auguramos un gran éxito y de la que esperamos una ampliación porque, sin duda, muchas cosas se han quedado en el tintero. Gracias a Teodora Barrio.

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